El llanto, algo que en nuestra sociedad actual es visto como símbolo de tristeza, tenía distintos significados según la cosmovisión mexica.
Llorar - Mal augurio.
En sí el llorar se define como "Derramar lágrimas en señal de dolor, tristeza, alegría o necesidad"; tomando en cuenta meramente el dolor y tristeza, ya que llorar por estas razones eran bastante significativas hacia el mal augurio, por ejemplo, 10 años antes de la llegada de los conquistadores al territorio mexicano, se dieron los llamados "7 presagios funestos", entre ellos, la visión de una mujer de cabello largo y prendas de color blanco caminando sobre el lago de Texcoco, llorando y gritando "Ay mis hijos, ¿a dónde los llevaré?, estamos perdidos", se cree es la diosa Cihuacóatl; o cuando Moctezuma Xocoyotzin le dijo a varias mujeres sobre la posible destrucción de Tenochtitlan, estas se pusieron a llorar por el pésimo lugar y momento de sus bebés.
Lagrimear - Honestidad y bonanza.
Las lágrimas, en cambio, eran vistas como una "conversación", la cual reflejaba honestidad en las personas, tanto así que incluso se llegaron a utilizar como un tipo de sufragio. Su importancia también llegó a las festividades y a las actividades religiosas, como la necesidad de lagrimear cuando se necesitaba la lluvia (lágrimas dirigidas a Tláloc), o las peticiones hechas a Tezcatlipoca, en las cuales el Huey Tlatoani debia, de igual forma, lagrimear para ser escuchado.
Macazaga, C. (2009). Capítulo 2: Mentalidad indígena. En VERSIÓN INDÍGENA DE LA CONQUISTA DE MÉXICO(XII). Ciudad de México: trillas.
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